¿Castigamos bien en el aula? ¿Deberíamos dejar de hacerlo y buscar otros métodos eficaces para acabar con ciertos comportamientos “molestos” o inadecuados?
La eficacia del castigo, es un tema que nosotros los psicólogos nos cuestionamos muy a menudo.
Si es cierto, que hemos ido evolucionando, los catigos, quedan lejos de aquellos que todos recordamos o parodiamos con personajes como Zipi y Zape sujetando los libros de cara a la pared y los brazos en cruz. Pero, seguimos tirando de ellos cuando nos vemos desbordados por la situación o por la conducta del niño.
Por ello, consideramos desde Ongizate que realizar una reflexión e incluso una evaluación de nuestros métodos puede ser una herramienta de ayuda.
Parece una locura decir esto, pero todos/as tenemos momentos en los cuales hay una acción-reacción tan inmediata que se nos olvida todo lo aprendido y somos victimas de nuestras emociones. Creo que ese sería el primer punto a tratar, saber controlar nuestras emociones. No es algo que ocurra todos los días, que explotemos y todo sea un caos, pero es un importante punto a trabajar para prevenir su aparición incontrolada.
Por otro lado, tenemos las técnicas que utilizamos para “castigar” esa conducta molesta o inapropiada, y debemos tener en cuenta que no funcionan para todos las personas igual y no solo eso, sino que además, no es útil la misma herramienta para todas las conductas. Por eso os presentamos unas pequeñas recomendaciones.
Para empezar, tendremos claro las normas y límites, el porqué de esas normas y las consecuencias que tiene el no cumplirlas. Que conozcan y sepan porqué están cumpliendo un “castigo” es algo fundamental para que comprendan y aprendan de esas consecuencias. Las adaptaremos a la edad, las circunstancias que les rodeen y la dinámica del grupo. Los expondremos y si necesitamos o vemos conveniente podemos dejarlos visibles. Es muy práctico que incluso sean ellos quienes elaboren una cartulina o cartel vistoso para implicarles más en esos límites que queremos tratar de poner.
Por otro lado, no todo el mundo tiene que usar las mismas técnicas en las mismas situaciones, recordemos que cada persona, es un mundo y debemos adaptarlo. Solo tenemos que informarnos y formarnos sobre ellas y saber cual es la adecuada a ese momento, situación y persona.
Si la técnica elegida es el castigo, hay que tener en cuenta su buen uso, ya que, podemos lograr el efecto contrario al que buscamos.
Para evitar esto, proponemos las 10 pautas del castigo positivo que nos aporta el psiquiatra holandés Peter Adriaenssens:
10 pautas para un castigo positivo
- El niño tiene que entender claramente qué es lo que se espera de él. No se debería castigar a nadie que no ha captado del todo un cierto concepto. Por tanto, debería saber siempre por qué se le castiga, de manera que será importante, que no olvidemos explicarle el motivo del castigo.
- Recurre siempre al castigo como última alternativa. Intenta primero entusiasmar.
- El niño debe recibir el castigo como una sanción. Expulsar a un alumno de clase no es un castigo si el alumno lo percibe como un triunfo.
- Intenta ser coherente al castigar. Castigar a alguien en una ocasión y simplemente mirarlo con enfado en otra conduce a la confusión.
- Los niños deben ser reprendidos por su comportamiento, no por su personalidad.
- Una sanción ha de ser predecible y significativa. La sanción tiene que estar relacionada con un comportamiento erróneo.
- Si los niños han sido advertidos sobre las consecuencias de un mal comportamiento, las sanciones anunciadas han de imponerse cuando dicho mal comportamiento surja.
- No amenaces con utilizar castigos imposibles de llevar a cabo.
- Se amable, también al castigar. El castigo inapropiadamente severo conduce a la agresión.
- Cada castigo tiene un final.
Existen muchas más técnicas que podemos aplicar antes de llegar al castigo que funcionan tan bien o incluso mejor y que mejoran la educación y reducen consecuencias negativas en su desarrollo personal y mental. En este enlace podéis encontrar muchos recursos para formaros en modificación de conducta.
Eduquemos a la vez que enseñamos conceptos y materias, un sistema para prevenir futuras conductas para nada beneficiosas para ellos y ellas y modelos buenos a repetir en sus futuras vidas personales y profesionales.
Elixabete Blanco Salcedo